A pesar de ser un año hídrico bastante bueno, en relación al año pasado que fue extremadamente seco, la primavera ha acompañado bien con lluvias durante los meses de mayo y junio, pero el intenso calor de los últimos días está poniendo en riesgo viñedos y frutales.

A falta de que se evalúen las perdidas, se espera una merma en la producción considerable, en torno al 30%, según algunas estimaciones.

Las asociaciones agrarias ya han demandado ayudas para el sector para paliar los efectos de la sequía.

Los viñedos, olivos y almendros empiezan a resentirse por el calor. Las nuevas plantaciones son las más perjudicadas. Hay muchas hectáreas plantadas tanto de vid como de almendros. Las ayudas a la reestructuración, sobre todo en viñedos, ha hecho que muchos agricultores modernicen sus explotaciones agrarias y sustituyan la conducción de vaso por espaldera con nuevas variedades más productivas.

Los pronósticos meteorológicos auguran que la ola de calor perdurará, al menos, una semana más, superando el mercurio los 40 grados.

El cambio climático que sufre el planeta ha elevado las temperaturas un par de grados y la tendencia en lo sucesivo es a ir a veranos más calurosos y más secos, con pocas precipitaciones y con tormentas ocasionales, muchas veces con granizo.

El agricultor a parte de luchar por conseguir unos precios más justos para sus productos, que muchas veces ni siquiera cubren los costes de producción tiene que batallar también contra factores exógenos.