Vaya semanita que nos ha regalado el señor Pablo Iglesias. A parte del desplante de Alex Tsipras en el europarlamento, la lía con Iberia.

Y como Pablo Iglesias es ejemplo de la política entendida como servicio público ha pedido a la compañía Iberia que retrase una hora el vuelo de Estrasburgo para que sus señorías no se estresen y tengan tiempo suficiente para llegar al aeropuerto. Supongo que después dirá aquello que tanto le gusta: exprópiese!.

Hasta ahora habíamos visto a políticos que cogían aviones para ir a los toros o al fútbol, pero pedir que se retrase un vuelo, no.

Y es que al chico de la coleta le entran después las prisas y tiene que correr para no perder el avión. Y, claro, con las clases en la Universidad, que compagina con su cargo de europarlamentario y de secretario general de Podemos, sin primarias, se le amontona la faena.

Vamos que son una casta aparte.

El problema es que en ese avión a parte del señor Iglesias irán otros ciudadanos a los que no les hará ninguna gracia posponer el vuelo.