Seguramente, el hecho de que la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, provenga del activismo más radical sea la razón que explique sus últimas actuaciones en el consistorio municipal, como la retirada del busto de don Juan Carlos de la sala de plenos del ayuntamiento de la ciudad condal. También se ha negado a colgar un retrato de Felipe VI.

Han pasado más de dos meses desde las pasadas elecciones municipales y autonómicas y hasta ahora todo han sido gestos, iconografías, sobreactuaciones y ni una sola gestión municipal dirigida a los ciudadanos, que no sea puro efectismo, por no calificarlo de otra manera.

El hecho de que don Juan Carlos no sea ya el jefe del Estado no justifica la decisión, a todas luces, o mejor dicho por falta de luces, arbitraria y provocadora.

Los símbolos y el respeto a las instituciones del Estado deben prevalecer y respetarse por encima de las ideologías. Y los representantes políticos deben de ser los primeros en dar ejemplo de ello.

La posición ideológica de la señora Colau es muy respetable, pero le guste o no, salvo que se someta a referéndum, la forma de Estado que queremos los españoles en el futuro, España es una monarquía parlamentaria, en la que el rey ejerce la función de jefe del Estado.

Yo creo, además, que los políticos están para resolver los problemas de los ciudadanos y no para generar conflictos y enfrentamientos. Y Catalunya en general, pero Barcelona en particular requieren de decisiones, que hagan de este territorio un referente social y económico de primer orden.