La exultante comparecencia de Mariano Rajoy dando cuenta de los hipotéticos logros económicos de su mandato contrasta, sin embargo, con la alta tasa de paro, los contratos basura y precarios y los recortes sociales, que han llevado a este país a liderar unos niveles de desigualdad y de pobreza extrema nunca antes conocidos.

A sólo unos meses de que concluya la legislatura el presidente del Gobierno ha anunciado rebajas fiscales en el IRPF y subida de sueldos para los funcionarios del 1% en un intento a la desesperada por ganar votos.

Hablar de recuperación económica, con cerca de 5 millones de parados es una desvergüenza, además, de un insulto a cientos de familias, que no perciben ningún tipo de ingresos , casi un millón en España y que están abocadas a la exclusión social porque el panorama que se les presenta no es muy halagüeño que digamos, después de saber, que la tasa de paro va a permanecer inamovible por encima del 20% algunos años más, a pesar del repunte de la economía en términos de PIB que por desgracia no se traduce en más empleo y de calidad.

Lo que ha sí ha mejorado, sustancialmente, es la cuenta de resultados de las grandes empresas y de las entidades financieras, muchas de las cuales, fueron rescatadas con dinero público, es decir, con los impuestos de los ciudadanos. Aunque también en esto se nos mintió, diciendo que no saldría un euro de nuestros bolsillos. No han sido uno ni dos sino 26.000 millones de euros los que ha habido que inyectar a Bankia en ayudas públicas para que no quebrara, después de la pésima gestión de sus adláteres Rato y Blesa. Y así con todas las cajas que se han rescatado.

El esfuerzo titánico que han hecho los ciudadanos de este país para salir de la crisis, soportando recortes sociales en sanidad y educación y rebajas salariales de órdago en sus nóminas y al cual los políticos han sido ajenos como si la crisis no fuera con ellos, no ha tenido después ninguna contrapartida, salvo este simulacro de bajada de impuestos, que beneficia cómo no a las rentas más altas.