No siempre llueve a gusto de todos. El campo lo sabe muy bien. Cuando la lluvia es buena para los frutales, no sienta tan bien a viñedos y almendros que están a punto de vendimiarse y de recolectarse. Agricultores y viticultores no quitan la vista del cielo ni a las previsiones meteorológicas que consultan en sus móviles.

Hay prisa por vendimiar. En cuestión de unos minutos se puede echar a perder el trabajo de todo un año. El pedrisco ha dañado grandes explotaciones de cultivo de vid.

Gabriel Enguix, agricultor de Fontanars dels Alforins, afirma que "la lluvia ahora sólo hace que estropear la uva. Le quita grado y no engorda el grano sino que le quita peso, además, corre el riesgo de que se pudra y no hay tiempo para los tratamientos porque se han de cumplir unos plazos de seguridad".

Enguix como otros agricultores de la zona han tenido que parar la vendimia hasta que escampe el temporal. "Cortar uva ahora es una tontería. Nos cuesta dinero de nuestro bolsillo", matiza.

"La cooperativa nos penaliza si entramos una uva con poco grado, un PH alto o si no está en buenas condiciones sanitarias. Se prima la calidad ante todo", señala este agricultor que lleva desde los diez años dedicado al campo.

El bochornoso calor del mes de julio ha provocado que la uva madure antes y la vendimia se adelante unos días.

Pero las precipitaciones de estos días y las previsiones meteorológicas que anuncian lluvias para las próximas semanas van a hacer muy complicado entrar la uva a la bodega con los parámetros de calidad que exigen bodegas y cooperativas.

A la baja graduación alcohólica, un PH alto y baja acidez se suma el riesgo de que se pudra la uva, lo que se conoce como botritis, sobre todo, en las variedades más tardías como la monastrell, que se vendimia en octubre.