Conforme se va conociendo algo más del programa económico de la CUP, los empresarios se van poniendo más nerviosos. Y no es para menos.

La agencia de calificación S&P ya ha bajado la calificación crediticia de Catalunya a bono basura "negativo" ante las tensiones políticas y la inseguridad jurídica, que se pudiera ocasionar ante una hipotética declaración unilateral de independencia. Y es que el dinero quiere tranquilidad y pocas incertidumbres. Un escaenario que no se da ahora mismo.

La CUP, con sus 10 concejales de un Parlament de 135, quiere imponer a Mas su programa económico para dar el visto bueno a su investidura.

Parar las privatizaciones puestas en marcha por el gobierno de la Generalitat está entre esas primeras medidas, lo cual tendría un coste económico inasumible.

Mas en claras referencias a sus hipotéticos socios de gobierno ha dicho que lo que han hecho unos muchos, no lo estropeen unos pocos.

El ideario económico-político-social de la CUP- se declaran anticapitalistas- poco tiene que ver con el sistema económico que defiende Convergència, más próximo al liberalismo que al marxismo.

Si el señor Artur Mas es capaz de apostatar también de su hoja de ruta económica para sacar adelante su plan soberanista, lo veremos en los próximos días.