Las palabras del Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, pronunciadas en un desayuno informativo de Fórum Europa donde participaba el cardenal debieran exigir una rectificación por parte de la Iglesia católica, aunque por lo escuchado al prelado, bien podría haberlo dicho un dirigente de extrema derecha. Cañizares se preguntaba, refiriéndose en términos despectivos como "invasión de emigrantes", si todos los refugiados sirios son trigo limpio.

Lástima que no se haga esa misma pregunta la jerarquía eclesiástica.

Conocido por sus posturas ultra conservadoras, el sustituto de Osorio se distancia del mensaje del Papa Francisco que ha pedido que cada parroquia acoja a una familia de refugiados ante la masiva ola de refugiados que asola Europa. También la Conferencia Episcopal ha mantenido un discurso de dignidad y de hospitalidad hacia la los refugiados, que huyen de la guerra de Irak y Siria.

Como católico no puedo estar más en desacuerdo con las palabras del Arzobispo de Valencia, que me repugnan y que en modo alguno reflejan el sentir de la mayoría de los creyentes.

El mensaje de Cristo es claro: "Tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, fuí forastero y me recibistéis".