Es bueno para la salud democrática de este país que, finalmente, el presidente Mariano Rajoy haya decidido llamar a todas las fuerzas políticas no nacionalistas para hacer un frente común ante el desafío separatista, aunque muchos ya barruntábamos, que Podemos no se sumaría al frente antisecionista, después de haber apoyado con sus votos la investidura de Carme Forcadell como presidenta del Parlament de Catalunya y apostar por la convocatoria de un referéndum "legal y el derecho a decidir".

Pablo Iglesias que había puesto a parir al presidente Rajoy porque inicialmente no estaba en sus cábalas reunirse con el coletas no ha variado un ápice su discurso antisistema, a pesar de que España está viviendo en estos momentos, la situación más delicada desde la llegada de la democracia.

Seguramente, la respuesta llega un poco tarde y se debería haber actuado mucho antes de forma conjunta y decidida y no haber esperado a una situación límite como la actual.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez han dejado al margen las diferencias ideológicas que les separan a ambos para centrarse en lo que les une y en lo fundamental: la defensa de la unidad de España, tal como recoge la Constitución.

La estrategia política a seguir no puede ser otra que la unidad sin fisuras frente al desafío nacionalista y la aplicación de la Ley con todas sus consecuencias, incluido, el artículo 155 de la Constitución.