Europa sigue sin dar solución a la ola de refugiados que llega masivamente a sus fronteras, procedentes principalmente de Irak y Siria, pero también de otros puntos en conflicto como Afganistán o Pakistán.

Los cupos que se han asignado a los países para que acojan refugiados, como si se tratara de animales en lugar de seres humanos son una auténtica indecencia. Sólo falta que los marquen como ganado o que les coloquen una cruz como hacía Hitler con los judíos antes de mandarlos a las cámaras de gas.

Niños, ancianos moribundos. Muchos pierden su vida en una travesía que no les lleva a ningún lado. Las imágenes que nos llegan todos los días de refugiados en colas kilométricas, escoltados por la policía, recuerdan las tremendas imágenes de la Segunda Guerra Mundial.

Llega el frío invierno y la situación puede ser aún más dramática si cabe para miles de personas que huyen desesperadas de sus países. Unos conflictos armados que han sido alentados por las potencias occidentales para nombrar gobiernos títeres. La guerra de Irak y la invasión por parte de las potencias occidentales con EEUU, Reunido Unido y España a la cabeza ha sido el germen de una guerra que dura más de 12 años. Sólo el ex primer ministro británico Tony Blair ha reconocido el error y ha pedido perdón por aquel genocidio que ha propiciado la aparición de grupos terroristas radicales como Al Qaeda o el Estado islámico.

La Europa solidaria, boyante y rica es una quimera. La Declaración Universal de Derechos Humanos es papel mojado.

Hemos visto como la policía húngara actuaba con una extrema dureza contra esta pobre gente inocente, que lo único que quiere es vivir en paz. Pero no hace falta irnos tan lejos. El mismo arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, acusaba a los refugiados de no ser "trigo limpio".

El otro día a un amigo mío que es reportero y está cubriendo la crisis de los refugiados para una cadena de televisión, la policía austríaca le confundió con un refugiado sirio y le mandó ponerse en la cola. Obviamente, se identificó y el incidente quedó en un susto.

Esta misma situación, pero real, nos podría ocurrir a cualquiera de nosotros. Pensémoslo por un momento.