El PSC ha tendido la mano a Convergència para poner fin a esta deriva nacionalista que no tiene ningún sentido y que está abocada como estamos viendo al fracaso. Miquel Iceta ha ofrecido al presidente catalán un pacto para formar gobierno y acabar con la interinidad y la parálisis gubernamental.

La solución a tanto dislate pasa por volver al diálogo y retomar las negociaciones. La CUP no puede seguir marcando la agenda del presidente en funciones Artur Mas con sus propuestas anticapitalista, que chocan frontalmente con el discurso liberal y moderado de Convergència.

No sólo no hay una mayoría parlamentaria independentista que avale la ruptura con España sino que, además, esa especie de amalgama de partidos creados para mayor gloria del independentismo catalán está saltando por los aires. Incluso, en el partido de Artur Mas tan exultante hace sólo unos días están apareciendo las primeras fisuras, dimisiones incluidas y no ven con buenos ojos que la investidura se haga a cualquier precio, traicionando la voluntad de los votantes de Convergència.

Estaría bien que el señor Mas rectificase y volviera a la política de pactos que siempre ha caracterizado a su partido en la política de Estado.