A falta de España, casi todos los aliados internacionales, el último en sumarse a la gran coalición ha sido Alemania con el envío de 650 militares a Mali, han confirmado la colaboración con el gobierno francés en la lucha contra el terrorismo yihadista.

España se excusa diciendo que Francia aún no le ha pedido ninguna colaboración. Ser miembro de la OTAN conlleva una serie de obligaciones que España no puede obviar. Los Estados miembros se comprometen a defender a cualquiera de sus miembros, si son atacados por una facción externa.

¿Alguien duda de que la acción terrorista que tuvo lugar en París y que se saldó con 130 muertos y más de 300 heridos no fue una agresión en toda regla, cometida por una facción externa? Yo me atrevería a calificarla, incluso, de acto de guerra.

El primer ministro francés François Hollande ha tenido una agenda maratoniana estos días y se ha reunido con Cameron, Merkel, Renzi, Obama. Y estos días lo ha hecho con el presidente ruso Vladímir Putin.

¿A qué está esperando el señor Rajoy para tender la mano a Francia, país sin el cual, la lucha contra el terrorismo etarra no hubiera tenido el mismo final?

¿Qué hubiera ocurrido si el atentado en lugar de ocurrir en París se hubiera producido en Madrid o Barcelona y la reacción de nuestros aliados internacionales hubiese sido la de mirar hacia otro lado?

El gobierno de Mariano Rajoy debería comprender que la neutralidad en este tema no es posible porque eso tampoco nos exime de estar en el punto de mira de los terroristas. La decisión de enviar tropas a Siria debe hacerse bajo todos los parámetros legales: mandato de la ONU y apoyo del Parlamento. Por supuesto. Pero mal andamos, si la política internacional de un país la marca la agenda electoral.