Organizaciones de Izquierda como Podemos o Unidad Popular y grupos antimilitaristas han convocado para este domingo concentraciones en toda España para manifestarse en contra de la guerra.

No hay parangón posible aunque muchos quieran equipararlo, errónea y torticeramente, entre la invasión de Irak, que fue ilegítima e ilegal y la declaración de guerra en toda regla que ha hecho el Estado Islámico y grupos afines como Al Qaeda o Boko Haram contra todo Occidente.

Es obvio, que sólo con la acción militar a la que España tendrá que dar su apoyo tarde o temprano con el envío de tropas a Siria e Irak como han hecho todos los aliados europeos no es suficiente.

Se han dicho ya muchas de las medidas que habría que tomar, además, de las estrictamente militares, para doblegar al terrorismo yihadista. Asfixiarles financiera y económicamente, cortarles el suministro de armas, dejar de comprarles petróleo en el mercado negro, presionar a las monarquías del Golfo para que dejen de financiar el terrorismo, perseguirles en las redes sociales, etc., etc.

Pero tan importante como las acciones anteriormente citadas es la unidad de los partidos ante el terrorismo y fue precisamente esa unidad, sin fisuras, la que ayudó enormemente a acabar con el terrorismo etarra.

La división sólo beneficia a los terroristas.

Nadie desea la guerra, tampoco los que no nos manifestamos hoy, pero no podemos permanecer de brazos cruzados, esperando a que estos bárbaros cometan otra masacre como la del 11-M o más recientemente como la de París.

Desgraciadamente ahora hemos visto como el partido de Garzón, Unidad Popular y Podemos que ha preferido ir de observador (?), como si España no fuera una democracia consolidada y necesitara de observadores como ocurre en las dictaduras de las que se vanaglorian no han firmado el pacto antiyidadista, que sí han suscrito otras 9 formaciones políticas. Aunque, lamentablemente, otras muchas como ERC, PNV, BNG y también Convergència se han descolgado de ese pacto, atendiendo a criterios políticos y no de interés general en un asunto de Estado como es el terrorismo.

Sobre esta cuestión en la que está en juego nuestro sistema de libertades y la propia democracia debería haber un consenso unánime, dejando al margen las cuestiones ideológicas que nos separen y reafirmándonos en lo fundamental: Acabar con el terrorismo. Y para eso es necesario la unidad de todos los demócratas.