Felipe González ha entrado en campaña y lo ha hecho arremetiendo con dureza contra el partido de Pablo Iglesias, recordando su vinculación con el régimen de Nicolás Maduro y con las dictaduras latinoamericanas. No en vano, González sufrió en carne propia la represión del régimen de Maduro, cuando viajó a Venezuela en calidad de abogado para asesorar al líder opositor Leopoldo López, todavía en la cárcel y fue expulsado nada más pisar el país. No ha tenido el mismo recibimiento Zapatero que ha ido también a Venezuela, pero esta vez como observador internacional para verificar la legitimidad de las elecciones en aquel país.

El aspirante a presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, al que las encuestas no le son muyfavorables no ha querido ser menos y le ha recordado a Pablo Iglesias que "salga del armario y diga que es comunista".

Sorprende, cuanto menos, que el señor Sánchez critique ahora a Pablo Iglesias en esa absurda pelea en la que han caído ambos partidos para disputarse el espacio de la izquierda y, sin embargo, mantenga alianzas con Podemos, por ejemplo, en Castilla La Mancha y en otras partes de España, para conseguir alcaldías y gobiernos autonómicos, a pesar de que dijo que nunca pactaría con Podemos.

Si el PSOE quiere ser la única alternativa seria de la izquierda debería ir soltando lastre y desprenderse de peligrosos compañeros de viaje.