Con las buenas palabras y las buenas intenciones no basta. Hacen falta gestos que vayan en la buena dirección. El PP sigue lanzando órdagos al PSOE para que se abstenga en la investidura de Mariano Rajoy, pero sin concretar nada. Ni siquiera el presidente en funciones Mariano Rajoy se refirió al PSOE, llamándole por su nombre en ese hipotético gobierno a tres bandas entre el PP, el PSOE y Ciudadanos. Se refirió en términos de partidos garantes de la unidad nacional. Mal empezamos.

Hablan de una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos, pero más allá de esa voluntad de pacto no ha habido ningún ofrecimiento sustancial para atraer a los socialistas a un eventual gobierno de coalición. Qué duda cabe que esto no será posible mientras el PP no dé marchas atrás en algunas de las reformas que emprendió la legislatura pasa, como la reforma laboral. También tendrían que ceder en su no rotundo a reformar la Constitución y apostar por un modelo federal, que defiende el PSOE y otras fuerzas políticas y, por supuesto, acabar con los recortes que han llevado a España a encabezar el ránking de los países europeos, donde más ha crecido la desigualdad.

Gobernar en coalición significa repartir competencias y responsabilidades y poco o nada se ha dicho sobre este particular. Se necesita algo más que buenas palabras.

Las conversaciones que el señor Rajoy ha mantenido con los grupos parlamentarios han sido efímeras, cuando lo lógico hubiera sido no levantar el culo del sillón mientras no se selle algún tipo de acuerdo.

Durante la legislatura pasada, el PP aplicó el rodillo de la mayoría absoluta y ninguneó a la oposición. Gobernar significa tender puentes, no dinamitarlos.

La política es ante todo consenso, diálogo y pacto. El PP no gobernó bajo estas premisas que son esenciales en un régimen parlamentario.

Para los populares, la convocatoria de nuevas elecciones acarrearía incertidumbre e inestabilidad. Tampoco el PSOE saldría reforzado, si se convocaran unos nuevos comicios y es más que probable que perdiera esos 90 escaños que tiene ahora. A quien más le podría beneficiar un adelanto electoral es a Podemos, que sigue poniendo como condición sine qua non para negociar con el PSOE, el referéndum de autodeterminación en Cataluña. Una línea roja que el PSOE no está dispuesto a traspasar.

Pero ni siquiera así se asegurarían una mayoría sólida para formar un gobierno progesista. Los números no salen. No sean ustedes tercos.