Este no es mi Pedro Sánchez, que me lo han "cambiao". Debe ser que ya se ve como presidente del Gobierno in pectore , a pesar de haber cosechado los peores resultados de la historia: 90 escaños y 5,5 millones de votos y eso que Pérez Rubalcaba no se lo puso del todo difícil para superar el listón: 7 millones de votos, lo que se tradujo en 110 escaños, el peor resultado electoral del PSOE a nivel nacional hasta entonces y superado ahora con creces por Pedro Sánchez.

Cuando el señor Sánchez accedió a la secretaria general del PSOE, con los votos de los militantes que le dieron mayoritariamente su confianza, encandiló a más de uno, incluido a quien suscribe estas líneas. Pensé entonces que era el revulsivo perfecto que necesitaba el PSOE, tras una larga etapa de torpezas y de frágil e inconsistente oposición, que alejó a los votantes socialistas de la vida política y que vivió de la mano de Felipe González momentos de gloria, con tres mayorías absolutas consecutivas en 1982, 1986 y 1989. Luego comenzó a marchitarse la rosa hasta ahora que sigue sin levantar cabeza, y prácticamente fagocitado por quien aspira a ser el referente de la izquierda en este país: Podemos.

La cesión de cuatro senadores socialistas, dos a ERC y otros dos a Democracia i Llibertat para que puedan formar grupo parlamentario propio y de esta manera conseguir que los independentistas tengan voz propia en la Cámara Alta no es baladí ni gratuito ni obedece a ninguna clase de cortesía parlamentaria. Sería de ilusos pensar algo así. Seguramente hay algo ya pactado para que los nacionalistas catalanes se abstengan en el caso de votarse la investidura de Sánchez como futuro presidente del Gobierno.

Sin embargo, al margen de todas estas maniobras políticas, lícitas y legitimas, aunque no las comparta, me pregunto ¿qué clase de ley es esta en la que se pueden cambiar senadores de un grupo a otro como si fueran cromos o pasquines? ¿Es esta la clase de regeneración que nos han prometido?

Antes incluso de que el PP, que a pesar de muchos ha sido el ganador de estas elecciones y por tanto, le corresponde a este partido intentar formar gobierno, el PSOE ya está moviendo los hilos con Podemos, a quien llamó populista, pero eso no fue impedimento para pactar gobiernos en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas y con otras formaciones de izquierda, incluidos los nacionalistas, con los que siempre dijo que no negociaría nada porque la unidad de España no era moneda de cambio, pero ahora parece que le han dado la vuelta a la tortilla y donde dije digo, digo Diego y la anunciada reforma federal que propone el PSOE parece que sea la panacea para solucionar todos los males de este país, incluido, el conflicto catalán, pensando, erróneamente, que los nacionalistas de ERC y los anticapitalistas de la CUP van a renunciar a la independencia. Nunca aceptarán un federalismo simétrico que es lo que pretende la nueva dirección del partido a diferencia de lo que proponía Pérez Rubalcaba de dar mayores concesiones y privilegios a Cataluña en detrimento de otras regiones, que aspiran a tener mayor equidad y también mayores competencias, que ayuden a acabar con las tensiones territoriales que ahora vivimos. Eso sí, contribuyendo más a las arcas estatales.

Pedro Sánchez quiere sacar contra viento y marea un gobierno de progreso, contando para ello con todas las fuerzas de izquierda, de difícil encaje y más difícil gobernabilidad, enfrentándose, incluso, contra los pesos pesados del PSOE, que no ven con buenos ojos un acuerdo con los que quieren romper España. Difícil tesitura.