Creo sinceramente y lo digo con todo el respeto hacia la Corona y la Casa Real, pero el Rey Felipe VI se equivoca no recibiendo a la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell que ha sido elegida de manera democrática.

Comprendo y comparto la indignación que pueda sentir el monarca, como muchos españoles que no compartimos las tesis sececionistas, pero entre los cometidos del Rey está el de reunirse y recibir a todos los representantes políticos sean independentistas, comunistas, socialistas, monárquicos o republicanos.

No recibiendo a la señora Forcadell con la que no comparto su visión de una Cataluña independiente fuera de España, el Rey ha perdido la oportunidad de mostrarse neutral y generoso. Zarzuela ha pedido que la comunicacion del nombramiento de Puigdemont comonuevo presidente de la Generalitat se haga por escrito, sin dar más explicaciones. El gesto ayuda poco a calmar los ánimos, ya de por sí crispados.

El Rey que se reunirá estos días con todas las fuerzas políticas que han obtenido representación parlamentaria, no lo hará con ERC que ha declinado la invitación mientras no reciba a Forcadell.

En el corto periodo de tiempo que lleva como monarca desde que el Rey Juan Carlos abdicó en su persona, Felipe VI no lo ha tenido nada fácil. A la imputación de su hermana la infanta Cristina por el caso Nóos se une ahora una situación política de incertidumbre tras el resultado electoral del 20-D.

También al Rey Juan Carlos le tocó desempeñar un duro papel durante la Transición, que se vería reforzado por su defensa del orden democrático y constitucional, tras el intento de golpe de Estado del 23-F.

El Rey no puede entrar al trapo de lo que quieren los independentistas y lo ha hecho cediéndoles el protagonismo. Ahora tienen una excusa más para hacerse las víctimas.