Si quiere hacer un favor a su partido, a los militantes y simpatizantes del PP y a los más de 7 millones de votantes que le dieron su confianza el pasado 20-D, Rajoy no debería seguir ni un segundo más al frente del PP, ni como dirigente ni mucho menos como candidato a la presidencia del Gobierno. No es ni ético ni moral que continúe.

Las últimas detenciones en Valencia entre alcaldes, secretarios generales, vicesecretarios, concejales, asesores y presidentes confirman un entramado mafioso, corrupto y delictivo, que al margen de las responsabilidades penales que se deriven en cada caso y que corresponde a los jueces dirimirlas y enjuiciarlas, debe tener también consecuencias políticas inmediatas por el bien de la regeneración democrática de este país.

Las negociaciones para formar gobierno, ya sea con Ciudadanos o con el PSOE deben de tener otro interlocutor.

Nadie en su sano juicio entendería que después de lo ocurrido, Rajoy continuara como candidato a la presidencia del Gobierno, como si tal cosa y no asumiera responsabilidades porque por acción o por omisión es corresponsable de la red corrupta del PP, que empezó con los papeles de Bárcenas y la presunta financiación irregular del PP y continúa con la trama corrupta, que salpica a todo el PP valenciano. Continuará.