El galimatías en que se ha convertido la formación del nuevo gobierno tras el 20-D debe resolverse lo antes posible. Tanto si hay un adelanto electoral como si el PP o el PSOE consiguen formar gobierno, aliándose con Podemos o Ciudadanos o con ambos a la vez. Pero no debería demorarse mucho más tiempo entre otras razones porque la ausencia de gobierno aunque haya uno en funciones genera desconfianza e intranquilidad en los mercados, lo que se traduce, inexorablemente, en dudas sobre la recuperación económica, el empleo, la inversión o la prima de riesgo. Factores que no hay que perder de vista y que deben marcar la agenda electoral.

La recuperación económica es bastante frágil aunque hayamos cerrado el año por encima del 3% y la cifra de paro esté a niveles previos a la crisis. Desde Bruselas ya se oyen voces que vaticinan una nueva recesión mundial con China como telón de fondo debido a su desaceleración económica.

A falta de propuestas y de voluntad para formar gobierno, o de ambas cosas, sólo ha habido reparto de sillones y si, además, la aritmética parlamentaria no suma los votos necesarios para conformar un gobierno progresista y reformista, lo lógico sería ir a un adelanto electoral.

Seamos pragmáticos. No hace falta apurar los tiempos cuando no hay acuerdo a la vista.