Después de todos los casos de corrupción que vamos conociendo y que comprometen a buena parte del PP valenciano, es intolerable que el presidente del Gobierno en funciones Mariano Rajoy no asuma ninguna clase de responsabilidad política en todo este turbio proceso de corrupción institucional, que afecta a personas de su máxima confianza y a las que no sólo demostró su cariño públicamente ("te quiero, coño, Alfonso, te quiero") en referencia a Alfonso Rus, sino que, además, puso como ejemplo de su buen hacer y gestión. ("Rita eres la mejor").

No se trata como quieren algunos de refundar el partido y crear una gestora o de cambiar las siglas. La limpieza tiene que ir más allá, de una simple operación cosmética. Por eso, Rajoy no debería seguir ni un segundo más al frente del partido. Pero me parece una obscenidad aún mayor ,que todavía quiera ser el candidato. Un candidato, por cierto, muy sui generis porque ni siquiera ha tenido la gallardía de someterse a la sesión de investidura. Cierto es que no tiene los apoyos suficientes, pero tampoco se ha preocupado de buscarlos, cosa que sí está haciendo el señor Pedro Sánchez, con mayor o menor fortuna.

Yo creo que los ciudadanos de este país no nos merecemos, que nos sigan tomando el pelo con tanta desvergüenza. ¿Dónde están las leyes de transparencia que dice haber aprobado el PP en esta legislatura y qué aplicación práctica tienen? De qué sirve aprobarlas, si luego no se cumplen?

Como es posible que gente que está imputada o como lo llaman ahora investigada, siga conservando su escaño o su acta de concejal y la medida cautelar o disciplinaria que se adopta no sea otra que pasarlos al Grupo Mixto, cuando se debería actuar con mucha mayor contundencia. No sólo expulsándolos del partido sino exigiéndoles que devuelvan su acta de diputado o senador.

El señor Rajoy tendrá la legitimidad que le han dado las urnas, pero, desde luego, no tiene ninguna credibilidad para abanderar la lucha contra la corrupción. Y ahora menos que nunca.