Nunca me han gustado los radicalismos de ningún signo. Ni los de derechas ni los de izquierdas. Ambos son temibles y a la historia me remito.

Cuando veo a los chicos de Podemos votar en contra de resoluciones en el Parlamento Europeo para condenar las atrocidades del Estado Islámico contra las minorías religiosas, como los cristianos y abstenerse en esa votación o votar en contra como es el caso de IU, me pregunto como ciudadano en qué clase de país quieren convertir España.

Cuando reclaman transparencia en las cuentas y en los nombramientos y vemos como colocan a sus amígueles en relevantes cargos públicos con cuantiosos emolumentos, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando se les llena la boca, loando regímenes dictatoriales como Bolivia o Venezuela, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando reciben presuntamente ingentes cantidades de dinero de un país como Irán, donde se condena a muerte a los homosexuales, se vulneran constantemente los derechos humanos y donde las mujeres no tienen ni voz ni voto, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando hacen campaña a favor de la transparencia y uno de sus fundadores, monta una sociedad paralela, legal, pero desde el punto de vista moral, éticamente reprobable, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando el señor Pablo Iglesias se alegra de la ex carcelación del dirigente de Batasuna Ornaldo Otegui, pero no tiene ni una sola palabra de consuelo para las víctimas del terrorismo etarra, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando hablan de unidad contra el terrorismo, pero no firman el pacto antiyihadista y se presentan como meros observadores, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando no condenan la falta de libertad en países totalitarios como Cuba, Irán, Bolivia o Venezuela y tratan de dar lecciones aquí de democracia, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando dicen que es una buena noticia para la democracia, la ex carcelación de Otegui, pero no dicen ni palabra sobre los presos políticos, que actualmente están bajo arresto domiciliario o en cárceles, como ocurre en Cuba o Venezuela, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando traicionan el espíritu que originó el movimiento 15- M porque les importan más los sillones y el poder, que los problemas de los ciudadanos, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando dijeron que el cambio empezaba en Grecia y la gente está más indignada que antes, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando siguen defendiendo un referendum de autodeterminación para Cataluña, aliándose con los independentistas y los separatistas, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando los regímenes comunistas y sus políticas han fracasado en toda Europa y han llevado desolación, desigualdad, muerte y miseria allí donde han imperado, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando el señor Pablo Iglesias apela a la democracia interna de su formación y fulmina con nocturnidad y alevosía a su número tres, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando se consiente y se apoya a sindicalistas que montan piquetes violentos y agreden en las manifestaciones porque así entienden ellos el derecho de manifestación y reunión, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Cuando se mofan de las víctimas del terrorismo etarra y del genocidio nazi contra los judíos y no se actúa con contundencia para eliminar este tipo de terrorismo verbal de las instituciones donde gobiernan, me pregunto qué clase de país quieren para España.

Me pregunto.