Los permanentes ataques que el señor Iglesias dirige hacia la prensa libre e independiente no son nuevos y obedecen a una ideología muy clara, mamada de las dictaduras comunistas a las que ha asesorado. Su apuesta para que no haya una prensa libre es clara y manifiesta.

Suscribo y apoyo la actitud de varios colegas periodistas que abandonaron la clase magistral en la que participaba Iglesias Turión cuando el líder de Podemos criticó a un periodista. No es aceptable que quien aspira a presidir el Gobierno de la nación señale con el dedo acusador cuando se critica su gestión. En democracia, los medios de comunicación han de actuar como un contrapoder. Criticando cuando las cosas se hacen mal y reconociendo los aciertos.

El fundador de Podemos se queja del trato recibido por la prensa. Precisamente él, un partido que es lo que es, gracias en gran parte a los medios de comunicación, que le han dado toda la cancha y más.

No es tolerable en democracia este tipo de injerencias en los medios de comunicación. Es puro fascismo.

Iglesias Turrión es partidario de un control público de los medios de comunicación. Está en el programa de Podemos. La inmensa mayoría de los medios de comunicación de este país son privados y sus periodistas gozan de una libertad absoluta en su trabajo. Yo colaboro en un medio privado y nadie me dice lo que debo escribir ni sufro censura alguna.

La ley de prensa de Fraga Iribarme del año 66 que establecía la censura previa y facultaba al Gobierno la posibilidad de sancionar cualquier periódico, que agrediese la figura del dictador Franco se queda corta, si el inefable Iglesias Turrión llega a la Moncloa.