Me viene de perlas esta expresión, que el rey emérito Juan Carlos le espetó al entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez cuando arremetió contra España porque hay personas que están mucho mejor calladitas. Es el caso, sin ir más lejos, del ex presidente del Gobierno, José María Aznar, que quiere seguir mandando en el PP, aunque hace ya tiempo que lo jubilaron, pero permanece en la sombra como alma en pena, vagando entre bambalinas.

Aznar es un personaje que siempre me ha resultado antipático, engreído y prepotente, además de un pésimo gobernante. Pocos méritos hay que atribuirle durante su mandato como presidente..

Desde su púlpito de la Fundación FAES lanza consignas y proclamas, cual salvador de la patria, creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Lo hacía cuando Rodríguez Zapatero era presidente del Gobierno, hablando mal de su país cuando salía al extranjero, no se sabe muy bien en calidad de qué y lo hace ahora con Mariano Rajoy de presidente en funciones.

José Mari, el ex que hablaba catalán en la intimidad y que enarboló la gran mentira de las armas de destrucción masiva para invadir Irak, junto a sus colegas George Bush y Tony Blair, y que se rodeó de gente como el propio Rodrigo Rato, a la sazón Ministro de Economía y vicepresidente segundo de su gobierno, le exige a Mariano Rajoy "más recortes y más disciplina". Lo primero presagia más subidas de impuestos y lo segundo, si queremos cumplir con el objetivo de déficit público del 3% para 2016, también.

El señor Aznar apuesta por las mismas recetas de austeridad, que han llevado a nuestro país y al resto de Europa a alcanzar unos niveles de desigualdad y pobreza sin precedentes, desoyendo voces más autorizadas que la suya, que reclaman, precisamente, todo lo contrario. Apostar claramente por políticas de crecimiento, que reactiven el consumo y que saquen a Europa de la mayor recesión mundial desde la crisis del 29.