Después de los graves disturbios que protagonizaron aficionados ingleses y rusos durante el partido que enfrentó a ambas selecciones nacionales y que sumó a Marsella en un auténtico caos, no entiendo muy bien a qué está esperando la UEFA o el organismo competente en esta materia para expulsar a estas dos seleccione de la Eurocopa de Francia e impedirles que vuelvan a jugar.

Según la ley, los clubes de fútbol son responsables de sus aficionados. Hay que impedir que estos vándalos, que ensombrecen el buen nombre del fútbol, accedan a los campos y monten guerrillas entre ellos.

Durante mucho tiempo los aficionados radicales, que tienen sus propias peñas han sido los niños mimados de los clubes de fútbol. En España hay, por desgracia, una larga tradición de grupos radicales, que han gozado de demasiados privilegios por parte de presidentes muy condescendientes con la violencia en los estadios. La presencia de banderas nazis o que inciten a la violencia se sigue permitiendo en los estadios.

Prohibir el alcohol, como pretenden hacer ahora en Francia durante la Eurocopa o redoblar la presencia policial en los partidos de alto riesgo, que últimamente son todos porque también ha habido disturbios con los seguidores checos, debe ir acompañado de medidas más contundentes como, por ejemplo, la prohibición a estos clubes o, en este caso, selecciones, a participar en competiciones oficiales y expulsarlas automáticamente. No es admisible, que una semana después de los graves incidentes todavía no se haya tomado ninguna solución al respecto y solo se les haya impuesto una ridícula sanción económica.