Este año por las condiciones meteorológicas adversas que se han dado, apenas ha llovido durante el invierno y escasamente lo ha hecho durante la primavera , llevamos recogidos 134 litros, es año de salicornios.

Esa bola seca que pincha como un demonio y recorre caminos y carreteras cuando arrecia el viento y cuando no también. Son típicos de las películas del oeste. Seguro que los han visto en más de una ocasión. Si quisieran plantarlos, aunque no se lo recomiendo, no cogen, como ocurre con casi todas las plantas silvestres, pero en el campo se crían "divinamente" y con poco esfuerzo.

No es la primera vez que escribo sobre esta maldita plaga, que tiene una solución fácil: labrar cuando toca, es decir, cuando son pequeños porque si no, lo único que conseguimos es inundar el campo del vecino, como es mi caso. Hay quien se preocupa y ocupa de labralos cuando empiezan a brotar y otros esperan a que se hagan grandes y se sequen y entonces el viento se encarga de sembrarlos y esparcirlos por doquier.

Además, esta mala hierba, por decirlo finamente, cuando creemos que nos hemos hecho con ellos resucita milagrosamente, dejando semillas en los campos y al año siguiente aparecen por cientos. Ni siquiera labrándolos tienes la seguridad de haber acabado con ellos porque son tan fuertes y vigorosos, que la raíz se vuelve a coger al suelo.

Dicen los que saben de estas cosas, que el salicornio tiene propiedades medicinales muy sanas y son muy buenos para las enfermedades de riñón. Se bebe como una infusión, diluido en agua. Algo bueno tenían que tener.