Al final, se impuso el sentido común. Que como alguien ya dijo, con buen criterio es el menos común de los sentidos. Bruselas no sancionará a España por incumplir el déficit de 2015, como tampoco lo hizo en su momento con otros países, que también lo han incumplido sistemáticamente como Italia, Portugal, Francia e incluso la propia Alemania.

No ha habido sanción económica, pero sí la congelación de los fondos estructurales y el compromiso de nuevos recortes por valor de 10.000 millones de euros, que, obviamente, saldrán de una nueva subida de impuestos. De hecho, las empresas españolas, ya están anticipando ese dinero, vía impuesto de sociedades para atajar el déficit.

Sin embargo, el PP sigue prometiendo, lo hizo durante la campaña electoral, que bajará los impuestos y subirá las pensiones y el sueldo a los funcionarios. Me imagino que esa promesa tendrá la misma validez, que cuando prometió lo mismo hace cuatro años y lejos de bajarlos los subió exponencialmente, bajo la amenaza de la herencia recibida. Y ahora que la situación parece que se ha relajado y el fantasma del rescate ha desaparecido, al menos, de momento, tampoco lo va a hacer.

Por eso es más digno no mentir. Entre otras razones porque no hay margen para bajar los impuestos. En primer lugar porque la economía no crece lo suficiente y en segundo lugar porque para cumplir con las exigencias de Bruselas, mientras no se cambie el modelo, tampoco lo hacen posible. Un modelo que, además, se ha demostrado ineficaz para salir de la crisis. Así que es poco probable, que en un horizonte a medio o largo plazo bajen los impuestos, lo cual, por otra parte, sería lo deseable para que crezca el consumo y la inversión porque siempre es mejor que el dinero esté en el bolsillo de los ciudadanos antes que en las arcas del Estado. Fundamental para que empiecen a cambiar las cosas es la apuesta por una política monetaria y fiscal que favorezca políticas de crecimiento y no de austeridad como hasta ahora, que lo único que ha traído es más pobreza y desigualdad a sus ciudadanos. A los hechos me remito.