El abandono de la superficie agraria en la Comunidad Valenciana sigue imparable. Según datos de la asociación agraria Asaja, basado en un informe del Sector Agrario Valenciano, que ha hecho público la Conselleria de Agricultura, en 2015 se abandonaron 1.908 hectáreas de tierras de cultivo. Estos datos suponen un incremento del 0,28% respecto al año anterior.

En los últimos años, en el caso de los cítricos, la superficie se ha reducido en 3.429 hectáreas; la vid, a pesar de los planes de reestructuración, ha visto reducida la superficie de cultivo en 1.785 hectáreas mientras que el olivar ha perdido 785 hectáreas.

Estos datos dejan a las claras la agónica y terrible situación que vive el campo valenciano, motor de la economía en muchas poblaciones rurales, donde la agricultura es vital para la supervivencia de muchas familias.

El factor generacional es clave en este proceso porque no hay relevo generacional. Los jóvenes abandonaron el campo y las zonas rurales con el boom inmobiliario porque ganaban mucho más dinero dándole a la paleta y a la hormigonera que podando la viña o vareando el olivo.

Ante la falta de rentabilidad de muchas explotaciones agrarias, los agricultores se ven abocados a abandonar sus campos y dejarlos yermos. Si no cambian las cosas, los espléndidos campos de cereal que dibujan la silueta de nuestra geografía española se transformarán en terrenos baldíos.

Los precios de muchos productos van para abajo o se mantienen igual desde hace años como ocurre con los cereales mientras los costes de producción se disparan exponencialmente.

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