Tras el paripé del pacto entre PP y Ciudadanos estamos igual que estábamos, es decir, sin gobierno y ante una investidura fallida, la misma que criticó Rajoy cuando se presentó Pedro Sánchez, sin tener los apoyos suficientes. Un pacto que puede tener cierto valor político, no lo dudo, pero que en la práctica no sirve de nada. Un gesto de cara a la galería para meter más presión al PSOE y poco más. Una estrategia política con poca enjundia porque nos lo han querido vender como el gran pacto de Estado cuando realmente ha sido un bluf desde el principio hasta el final. Ni siquiera el documento de seis puntos de Ciudadanos, que era a priori irrenunciable para ese apoyo en la investidura de Rajoy se ha cumplido, entre ellos, la supresión de las Diputaciones, que fue el gran escollo con el PSOE. Tampoco las medidas de regeneración democrática son las que se anunciaron en un primer momento.

Me imagino que la siguiente ficha que le toca mover al PP, tras la negativa de Sánchez a abstenerse en la investidura, es esperar a los resultados de las elecciones vascas y gallegas, que se celebran en septiembre y, en función de los resultados que obtenga el PNV, si no son del todo malos para los nacionalistas y vuelve a ganar, apoyar un eventual gobierno del PNV a cambio de esos cinco diputados más Coalición Canaria, que le harían falta al PP para sacar adelante la investidura.

Si también esta opción resultara fallida, no queda otra que convocar elecciones en diciembre para vergüenza de nuestra clase política.