La corrupción es junto al paro, la principal preocupación de los españoles. Mariano Rajoy, parece no ser consciente de ello. O si lo es, poco le importa. Durante su intervención en la sesión de investidura pasó de puntillas por el punto más oscuro de su gestión: la corrupción.

El PP tiene abiertas siete causas judiciales por presunta financiación irregular y sus tres tesoreros están imputados por diferentes delitos. Digo yo, que alguna responsabilidad tendrá el señor Rajoy, a la sazón presidente del gobierno durante esos años. Al menos, por negligencia o pasotismo. Permitirlo es un delito y no enterarse también.

Mariano Rajoy ha tenido por delante cuatro de años de gobierno con mayoría absoluta y no ha tomado ninguna medida para combatir la corrupción. Ninguna. Todo lo que se ha redactado ha quedado en papel mojado. La lista de imputados que siguen en las listas del PP es innumerable, sin que se haya tomado medida disciplinaria alguna para expulsarles del partido y obligarles a que devuelvan su acta de diputados o senadores. Ahí está todavía la ex alcaldesa de Valencia, doña Rita Barberá como senadora, percibiendo dinero de todos los contribuyentes, sin hacer absolutamente nada y continúa como aforada, quizá por miedo a que tire de la manta.

No hay voluntad política para acabar con la corrupción. Redactan medidas que luego nunca se cumplen. ¿Por qué no acaban de una vez por todas con los aforamientos para que los políticos puedan ser juzgados como cualquier otro ciudadano y no por un tribunal especial? ¿por qué no se impide a los imputados ir en las listas electorales? ¿Por qué no se crean comisiones de investigación, pero eficaces, para recuperar hasta el último euro robado? Porque aquí, que yo sepa nadie ha devuelto ni un solo euro.

Tampoco el pacto suscrito ahora con Ciudadanos recoge medidas contundentes para acabar con la corrupción, que pasa por echar a todos los imputados de la política. Luego vendrán las responsabilidades penales que corresponde dirimirlas a los jueces.

No se puede permitir ni una sola mácula ni una sombre de sospecha o duda con la corrupción. Hay que ser inflexibles. Es una auténtica indecencia lo que está ocurriendo. Se destruyen pruebas y no pasa nada. Se conoce y se sabe porque hay documentos que lo acreditan que se han pagado sobresueldos en B y tampoco pasa nada. Se actúa con absoluta impunidad como si fueran intocables y estuvieran por encima de la ley.

Tras años de mayoría absoluta del PP, Valencia ha sido el ejemplo mayúsculo de la corrupción. Un auténtico feudo de los populares para hacer y deshacer a su antojo. Los políticos que están inmersos en causas judiciales pagan sus millonarias fianzas y están en la calle. Habría que preguntarles cómo son capaces de reunir ese dinero en tan pocas horas.

También es fundamental una justicia rápida para que no prescriban los delitos. Las causas judiciales en este país se eternizan hasta que se abre juicio oral.

Medidas para combatir la corrupción hay, lo que realmente hace falta es voluntad política para ponerlas en práctica.