El triunfo de la ultraderecha en las elecciones regionales debe poner sobre aviso al gobierno de Angela Merkel a un año de las elecciones federales y también al resto de Europa por el peligro que supone el auge de los populismos. Lo hemos visto recientemente en Austria, Holanda, Francia, con el Frente Nacional de Marie Le Pen y ahora con Alternativa para Alemania en el país germano.

El nuevo partido de sesgo populista, euroescéptico y xenófobo, partidario de la vuelta al marco y la salida del euro, Alternativa para Alemania (AfD), tiene pocos años de vida y se postuló contra el rescate a Grecia y a otros países de la eurozona y es contrario a la política de refugiados de la canciller Merkel. Los pronósticos apuntan a que el partido de Frauke Petry podría convertirse en la tercera fuerza política en el parlamento alemán en las elecciones de 2017.

Alemania es el único país que se ha tomado en serio a los refugiados y ha acogido a más de 1 millón de personas frente al resto de países de Europa, que se han dedicado a poner obstáculos, cuando no a levantar vallas de espino para impedir la entrada de ciudadanos, en su mayoría sirios, no me gusta emplear el término refugiados, que huyen de la guerra . España ha acogido a 12 familias, cuando hay cerca de 5 millones de desplazados por la guerra en Siria.

Angela Merkel ya ha dicho, tras asumir la culpa por los malos resultados electorales cosechados por la CDU, que no va a ver cambios en su política migratoria.

Los populismos aprovechan el descontento social para erigirse en alternativa, sin saber muy bien cómo resolver los problemas. Ha ocurrido en Alemania con la crisis de los refugiados y también en España con la crisis económica, los recortes sociales y la irrupción de Podemos en la escena política.

Es más que evidente, que Europa no ha sabido dar solución a una de las crisis humanitarias más graves desde la Segunda Guerra Mundial. Se sigue muriendo gente en nuestras propias narices y solo nos compungimos cuando vemos la foto de un niño sirio muerto en la playa o rescatado de un bombardeo, y es como si después de haber pasado el shock emocional, nos pusiéramos un venda en los ojos y no quisiéramos ver más allá. Sin embargo, las cifras son aterradoras.