De cara al Comité Federal del PSOE del próximo día 1 de octubre, Pedro Sánchez mantiene su no rotundo a Rajoy y ofrece como solución salomónica al parón institucional, una vía "progresista y de cambio" para formar gobierno, que no incluye a Ciudadanos, pese a firmar un acuerdo de 200 medidas con la formación de Albert Rivera y que en este tramo final pasa, necesariamente, por aglutinar a la izquierda radical, representada por Podemos y a los independentista de ERC, la antigua Convergéncia Democrática de Cataluña y el PNV. No sabemos si también se sumará a esta mezcolanza de partidos, EH-Bildu. La aritmética parlamentaria daría, en este caso, a Pedro Sánchez, el apoyo suficiente para ser elegido presidente.

El problema es que en política como en la vida no todo vale. Ni el fin justica los medios. Buscar el apoyo de quienes quieren la ruptura con el Estado no es el camino. Es en todo caso, elegir el camino equivocado.

Si se diera este hipotético escenario, el señor Sánchez no sólo habría mentido a los españoles, siempre dijo que no sería presidente con los votos de los nacionalistas sino que, además, sería el final del PSOE como partido hegemónico.

El empinamiento personal del señor Sánchez y de sus acólitos, de no abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy y pasar a laoposición, que es lo que toca cuando uno pierde laselecciones, una vía que apoyan algunos barones socialistas, como la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz o el presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García -Page, entre otros muchos, también el ex presidente del Gobierno Felipe González se ha manifestado en este sentido, le ha conducido a Sánchez a un callejón sin salida, donde dar marcha atrás es muy complicado y donde el escenario de unas nuevas elecciones generales se vislumbra como la opción más probable, a no ser que el Comité Federal se desdiga y traspase una de sus líneas rojas, como era la de no pactar con los nacionalistas. Ese era, al menos, el mandato del Comité Federal. Si se incumpliera, iría en contra de los principios constitucionalistas y de defensa de la unidad de España, que siempre ha defendido el PSOE.