A Aznar no le gusta que se dialogue con Cataluña. Sin embargo, cuando fue presidente, si vio con buenos ojos dialogar con ETA y definirlo como Movimiento Vasco de Liberación y no como grupo terrorista. Eran, sin duda, otros tiempos.

Si echamos mano de le hemeroteca, podemos encontrar auténticas perlas del señor Aznar, refiriéndose al estado español como un estado plurinacional, con nacionalidades y naciones. Lo que ahora niega, con esa pose de pseudo intelectual, que le viene grande.

El giro que ha dado el PP en este tema con Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza ha disgustado y mucho al ex presidente José María Aznar, que a través de su fundación FAES ha puesto a caer de un burro al PP y al propio Mariano Rajoy. Flaco favor le están haciendo al partido y al gobierno, sus declaraciones. Las relaciones personales entre Aznar y Mariano Rajoy no pasan, precisamente, por su mejor momento.

Es bueno y necesario, que el PP apueste por el diálogo. Siempre lo debería haber hecho y este cambio de actitud, aunque un poco tarde, le honra. La predisposición al diálogo siempre es buena, incluso, cuando el interlocutor no es muy receptivo. La solución al problema catalán ha de ser desde la base del diálogo y el entendimiento. Judicializar el conflicto genera más división y como se ha visto, enaltece el independentismo y las posturas más intransigentes. Solo con la ley en la mano no es suficiente. Hay que dar otros pasos más allá del terreno judicial. Es el momento de hacer política con mayúsculas. La nueva etapa que ahora se abre es un buen momento para intentarlo.

El PP tiene unas líneas rojas que no puede traspasar, como es el referéndum de autodeterminación porque es inconstitucional, pero hay margen para abordar otros temas relevantes, que tienen que ver, por ejemplo, con la financiación o la lengua. Los últimos cuatro años de mayoría absoluta del PP, que coinciden con el auge del independentismo en Cataluña, han sido un auténtico diálogo de sordos. Una etapa para olvidar.

Lo que hace solo unos años no era un problema porque el independentismo en Cataluña era un fenómeno minoritario, ERC apenas tenía representación en el Parlamento con un par de diputados y la CUP ni existía, se ha convertido en uno de los principales problemas para el gobierno de Mariano Rajoy, con un anunciado referéndum unilateral para diciembre de 2017. Otro nuevo desafío que requiere diálogo y consenso. Creo que vamos por el buen camino.