Esta mañana me ha llamado un amigo para salir un rato por la tarde con los hurones. Hacía, por lo menos, un par de semanas que no íbamos a cazar conejos con hurón. La finca tiene permiso todo el daño debido a los daños que causa en los campos de viña y almendros. Son capaces de acabar con una plantación entera en muy poco tiempo. Ni los protectores que se ponen en la planta para protegerla, evitan los daños que causan los conejos. Son una auténtica plaga y una ruina para muchos agricultores.

Después de comer he pasado por casa a recoger la escopeta y los cartuchos. Sobre las 4 ya estábamos en el campo con Ronaldo, un prodigio de hurón, que se las sabe todas, a pesar de ser muy joven.

El terreno que es muy arenoso sigue sin absorber todo el agua de la última semana. Todavía hay campos anegados por el agua y la nieve que ha caído estos días. No en vano, llevamos recogidos en el mes de enero más de 100 litros. He estado a punto de perder las botas en varias ocasiones al quedarse el pie atrapado en el barro.

Las excavaciones de los conejos en las orillas de los ribazos debido, sobre todo, a las lluvias ha abierto verdaderos socavones en algunos campos, que los hacen intransitables.

Ronaldo en plena faena (Foto: PSG)

Hemos empezado cazando en uno de los lindes de la finca. Esta zona está llena de madrigueras y carrascas. Si andas un poco despistado y metes el pie en uno de esos agujeros es fácil que te dejes el tobillo. La vegetación es espesa. El conejo lo sabe y está a buen recaudo. Con tanta maleza, el disparo tiene que ser muy rápido, a tenazón, sin apuntar porque el conejo evitará salir a campo abierto, donde a priori es presa fácil y digo a priori porque también se fallan, cuando más fáciles parecen.

Yo he revolcado seis y he fallado otros dos, de los que no tienen perdón y tardas en olvidar. Normalmente erramos las piezas porque hacemos los tiros traseros.

Ronaldo a pesar de ser un primerizo ha hecho unas faenas de campeonato. Se toma su tiempo como debe ser. Si no sale es porque dentro hay carnaza. Ahora hay muchos gazapos, aunque las conejas crían durante todo el año. Si coge alguno de estos gazapos dentro no saldrá hasta haberlo matado con sus afiladas uñas.

La caza con hurón requiere mucha paciencia, y yo reconozco que tengo muy poca. Hay que dejar que el hurón haga su trabajo y eso significa muchas veces pasar mucho tiempo en la boca de la madriguera con la escopeta a punto, sin hacer el menor ruido y callado porque al menor murmullo habremos perdido una oportunidad de dar caza al rabudo. Muchas veces antes de salir se quedan en la boca, observando y solo cuando no ven peligro salen.

Cuando oyes las carreras bajo tierra, que parece que tiemble todo a tu alrededor, el corazón se te pone a mil por hora. Hoy he vivido un par de estos momentos. Es muy emocionante. Y cuando arranca el conejo a una velocidad endiablada, ya ni te cuento. Las madrigueras suelen tener un montón de recovecos. Entradas y salidas. Son auténticas obras de ingeniería. Si pudiéramos poner una luz al hurón para ver las galerías que recorren, veríamos de lo que son capaces estos lagomorfos. Lo listos e inteligentes que son.

A última hora y para aprovechar que ya alarga un poco más el día , hemos cazado unos ribazos, pegados a la viña, un campo de majuelo, pero a pesar de lo tocado que estaba el terreno, no hemos tenido suerte. Quizá porque ya era un poco tarde y el conejo estaba fuera de la madriguera comiendo, aunque esta clase de conejo no suele alejarse mucho y prefiere permanecer cerca de la boca.