La etarra Sara Majarenas saldrá de la cárcel después de que el juez de Vigilancia Penitenciaria Luis Castro le haya concedido el segundo grado.

Su hija de 3 años fue acuchillada por su progenitor y se encuentra ingresada en la UCI, con pronóstico reservado.

Majarenas estaba condenada a 13 años y 10 meses de cárcel por planear varios atentados cuando pertenencia al Comando Levante.

La etarra en una carta defendía el derecho a estar con su hija porque "ambas se necesitan". Esta misma reflexión se la podía haber hecho cuando pertenecía a ETA y no tenía ningún pudor en asesinar a gente inocente.

Ana Díaz, hermana de un policía nacional asesinado por ETA en 1991 cuando tenía 28 años de edad, le recordaba a la etarra que ahora podrá vivir con su hija fuera de la cárcel en una fundación, que su madre también necesitaba a su hijo que le arrebató ETA, tras dispararle cinco tiros por la espalda cuando se disponía a inspeccionar un vehículo mal estacionado. Era su primer destino. En aquel atentado también fue asesinado un joven policía que hacía practicas. Urrusulo Sistiaga y otro miembro de ETA fueron condenados por los dos asesinatos. Urrusulo, condenado a 449 años de cárcel por 19 asesinatos, de los que sólo cumplió 19 años también fue excarcelado, tras acogerse a la Vía Nanclares.

Varios partidos políticos como Sortu o Podemos han pedido la libertad condicional para la etarra, alegando motivos humanitarios.

Lástima que esos mismos motivos que ahora quieren para los etarras, no los tuvieran presentes ellos mismos cuando apretaban el gatillo en la nuca o ponían una bomba lapa al paso de un convoy militar.

Comprendo la tremenda indignación de los familiares de las víctimas del terrorismo etarra cuando reclaman justicia y dignidad para los casi mil asesinados por la banda terrorista ETA y la ley parece proteger más a los verdugos que a las víctimas.