Ni los 14 muertos y más de un centenar de heridos del brutal atentado de Barcelona ha cambiado el rictus de Podemos respecto a su adhesión al pacto antiyihadista firmado por el resto de las fuerzas políticas, salvo por los grupos nacionalistas que también lo rechazaron y no lo firmaron, y permanecen como meros observadores. Término este último que no acabo de entender del todo. Figurar de observadores en una cuestión tan crucial como esta es sencilla y llanamente no comprometerse con la paz. ¿Están de observadores también cuando se perpetran las matanzas, cuando se asesina a gente inocente, cuando se comete una masacre? No caben medias tintas.

El pacto antiyihadista, firmado en enero de 2015 entre los dos principales partidos, PP y PSOE, tras los atentados terroristas cometidos en Francia por el fundamentalismo radical es un instrumento necesario, que busca desde la unidad, el estado de derecho y la firmeza de todas las fuerzas democráticas, luchar de manera eficaz y eficiente contra el terrorismo de corte islamista.

Es obvio, que estamos ante una nueva forma de terrorismo. Una nueva amenaza global, donde la respuesta debe ser global también. Los etarras no eran captados a través de las redes sociales ni atentaban colocándose un cinturón de explosivos ni robaban un camión o una furgoneta a punta de pistola para después atropellar a una multitud de inocentes. Utilizaban el coche bomba o te descerrajaban un tiro en la nuca, si no pensabas como ellos. ETA es una organización terrorista que actuaba a través de comandos. Era más sencillo desde el punto de vista operativo desarticular un comando o la cúpula de la banda terrorista, con todos los esfuerzos que ello implicaba en aquel momento, que detener a uno de estos lobos solitarios que en nombre de Alá es capaz de inmolarse en un mercado repleto de gente y provocar una carnicería.

Esta nueva forma de terrorismo, que es bastante más difícil de perseguir y de combatir porque basta una sola persona con un cuchillo para provocar una matanza, requería un acuerdo o pacto entre los diferentes partidos más acorde con los tiempos actuales, que contemplara todos estos supuestos y alguno más, como la radicalización a través de las redes sociales, que es el principal foco de captación de terroristas, el reclutamiento de yihadistas para ir a luchar a Irak o Siria, o el adoctrinamiento que se hace desde las mezquitas por parte de imanes radicales.

Los partidos nacionalistas como el PNV, ERC o el PDeCAT, que rechazaron el pacto antiyihadista en su momento deberían dejar a un lado las discrepancias políticas y ponerse de acuerdo en algo tan fundamental y necesario, como es la unidad en la lucha contra el terrorismo, donde no deben existir fisuras de ninguna clase porque eso es precisamente lo que buscan los terroristas: dividir. Y si estamos unidos, no lo conseguirán nunca.