Viendo el otro día las imágenes del encuentro de fútbol que enfrentó al Barcelona contra el Girona, tuve la sensación de que aquello parecía más un acto proindependentista, con cientos de esteladas desplegadas en el campo y vítores a favor del referéndum, que un partido de fútbol. De hecho, pienso que lo que menos importó fue el resultado final en el marcador. El graderío aplaudió más las proclamas independentistas que los goles, que casi pasaron desapercibidos.

La presencia del president de la Generalitat Carles Puigdemont en el palco, avivó aún más el ambiente, con cánticos a favor del referéndum de independencia.

Otro evento que se ha politizado es la Copa del Rey, con pitadas y abucheos al himno de España, algo que debería quedar al margen de la rivalidad futbolística.

Da la sensación de que los campos de fútbol se han convertido en el nuevo escenario para hacer política y lanzar eslóganes. Y eso no es bueno ni para el fútbol ni para el deporte.