La prensa económica se hacía eco ayer de una noticia, que si no llega a ser por el rumbo que están tomando los acontecimientos en Cataluña, con una declaración unilateral de independencia, aprobaba por el Parlament hoy mismo, y con la aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno de la Nación para volver a la normalidad democrática e institucional hubiera sido recibida con gran júbilo por los mercados, es decir, con alzas generalizadas, como ha sido la reducción del paro a niveles que no se producían desde 2008 en plena bonanza económica, con una tasa de desempleo por primera vez en muchos años por debajo del 17% y con más de 19 millones personas con empleo. No hace mucho tiempo, concretamente en 2011, estábamos en el 26,94% y a punto del rescate bancario.

Si se hubiera dejado caer a la banca y el Estado no hubiera inyectado dinero a las entidades financieras, fundamentalmente a las Cajas de Ahorros, como preconizaban algunos gurús progresistas del mundo financiero se hubiera producido un corralito, como sucedió en Argentina y los clientes hubieran perdido todos sus ahorros.

A pesar de la alta temporalidad del empleo que se ha creado en el último trimestre del año es un dato muy positivo, que de continuar el ritmo de crecimiento de la economía española por encima del 3%, como apuntan todas las previsiones hace albergar muchas esperanzas para que el empleo que se cree sea fijo, estable y bien remunerado. Baleares ya está por debajo del 10%.

Cuando se empezaba a vislumbrar la luz al final del túnel, la situación en Cataluña, por desgracia, va a pasar factura en términos tanto de empleo como de PIB. De hecho, el Gobierno ya habla de varias décimas menos de crecimiento para 2018 y eso, sin duda, tendrá consecuencias en el empleo.