La respuesta del régimen de Pyongyang a las medidas económicas decretadas por la ONU y EEUU para aislar y estrangular económicamente a Corea del Norte si no desiste de su programa nuclear han tenido la acostumbrada respuesta militar de siempre, con el lanzamiento de un nuevo mísil balístico intercontinental, algo que no ocurría desde el pasado mes de septiembre.

Cuando parecía que se habían calmado las aguas y se había vuelto a un tono de distensión entre ambos países y abandonado el leguaje prebélico, tras veladas amenazas y continúas bravuconerías entre ambos mandatarios, el líder norcoreano aspira a convertirse en la primera potencia nuclear del mundo, so pretexto de defender a su país de amenazas externas.

La crisis con Corea viene de lejos, aunque las cosas han empeorado desde la llegada de Trump a la Casa Blanca.

El presidente Donald Trump ha vuelto a amenazar al régimen de Corea del norte con la destrucción total del país asiático si no detiene su programa armamentístico. A Kim Jong -un esto parece importarle bien poco y continúa con sus ensayos nucleares, cada vez más potentes y no se detendrá hasta conseguir su objetivo final ,que no es otro que fabricar un misil intercontinental que alcance a EEUU. Y falta bien poco para que esto ocurra.

Visto que las medidas económicas no han surtido efecto y se ceban, sobre todo, en la población civil, no debería abandonarse la vía diplomática para rebajar la tensión en la zona.