Al presentador Arturo Valls lo han puesto a caer de un burro por decir públicamente y saliéndose del guión que todos los invitados siguieron a pie juntillas, lo que muchos de nosotros pensamos y que no es otra cosa que decir que la Gala de los Goya, como certamen cinematográfico que es , debe servir a parte de para entregar las estatuillas, para hablar del mundo del cine, que no pasa precisamente por su mejor momento, sobre todo, el cine español y no para hacer otro tipo de reivindicaciones, que siendo muy legítimas, como es la igualdad entre hombres y mujeres o el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, tienen otros cauces para defenderlos y reivindicarlos, seguramente también con más efectividad que en una gala del cine, donde la política debería quedar al margen.

Parece que hacer este tipo de declaraciones sea tanto como estar en contra de la igualdad entre hombres y mujeres y enseguida te cuelgan la etiqueta de machista.

Ser machista e intransigente es lo que están haciendo muchas feministas prohibiendo, por ejemplo, que las azafatas de eventos deportivos puedan ganarse la vida honradamente, como hacían hasta ahora, asistiendo a los grandes premios de motociclismo, la Fórmula 1 o entregando un ramo de flores al ganador de la vuelta ciclista.

Nadie ha criticado, sin embargo, que Pablo Iglesias portara un abanico rojo como otros invitados, cuando son conocidas sus declaraciones absolutamente reprobables sobre una conocida presentadora de televisión a la que deseaba azotarla hasta hacerla sangrar.

Pero preferimos quedarnos en lo anecdótico.