Algunos deberían escuchar más a Joan Manuel Serrat no solo cuando canta y compone, que es un auténtico placer sino también cuando habla porque dice verdades como puños, aunque a algunos les duela escucharlas. Como lo ha hecho ahora durante la rueda de prensa que ha servido de presentación de su próxima gira "Mediterráneo da capo". Y lo ha hecho como es él, sin cortarse un pelo, sin tapujos y hablando claramente, diciendo lo que piensa, afirmando que el procés se encuentra en un callejón sin salida y que la situación actual que se vive en Cataluña es "la feria de los disparates". Una descripción perfecta del momento que atraviesa Cataluña y dónde todo, empezando por el ex president Carles Puigdemont y su huida de la justicia para refugiarse en una modesta mansión en Waterloo es un auténtico disparate, una bufonada. Un delirante guión que daría para una extraordinaria película de Berlanga.

Serrat que siempre ha sido un gran defensor de los derechos y libertades de este país y de la lengua catalana, precisamente, en una época y en unos momentos en que la democracia brillaba por su ausencia y muchos de estos mequetrefes no habían ni siquiera nacido, se enfrenta ahora a la purga del independentismo más radical y xenófobo, que le llama fascista y españolista, sencillamente por defender que la ley se cumpla. Algo tan básico en un Estado de Derecho, que a algunos se les escapa.

Otro grande de la escena, denostado por la derecha más rancia de este país por sus sarcásticas obras teatrales como es Albert Boadella, ahora elevado a los altares por los mismos que lo repudiaron entonces, también está en el punto de mira de los independentistas por su defensa de una Cataluña dentro de España.

Con permiso del maestro Serrat, hago mías sus palabras. "En una época de fronteras, yo me siento un hombre del Mediterráneo".