La noche en 24 horas el espacio de debate que dirige Víctor Arribas tuvo hace unos días como invitado a Ramón Espinar.

Espinar no tuvo reparos en dar lecciones de ética y moral para exigir la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes por el supuesto máster.

Uno de los tertulianos, Antonio Arráez, tuvo que mediar para recordarle que su colega de partido Iñigo Errejón, defenestrado de cualquier cargo de responsabilidad política en Podemos por sus abiertas discrepancias con Pablo Iglesias fue inhabilitado por la Universidad de Málaga por cobrar como investigador de un proyecto que no realizó nunca, y embolsarse 1.800 euros mensuales por una beca, sin residir en Málaga, condición sine qua non para poder acceder a ella.

Cuando saltó el escándalo, Podemos no tomó ninguna decisión respecto al entonces número dos de la formación morada.

En otro momento de la entrevista, Arráez le recordó a Espinar, que se arrogó el papel de periodista para formular preguntas, a quien le correspondía ese cometido.

Vaya por delante que la presidenta de la Comunidad de Madrid no puede estar ni un minuto más en su cargo porque no ha aclarado absolutamente nada de su máster, pero escuchar en boca de Espinar, las palabras ética y moral, exigiendo a los demás lo que no ha sido capaz de aplicarse a sí mismo, sonrojan a cualquiera que tenga un mínimo de sensatez y de sentido común. El portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid vendió una vivienda protegida a los pocos meses de comprarla, alegando que no podía hacer frente a la hipoteca de 580 euros. Sin entrar en si hubo o no trato de favor para que la vivienda le fuera adjudicada, fue una operación claramente especulativa, precisamente, por quien ha sido un firme adalid contra la especulación inmobiliaria, que le reportó un beneficio de 20.000 euros.

Señor Espinar para dar lecciones de ética a los demás, haga primero usted un sano ejercicio de autocrítica. La ciudadanía se lo agradecerá.