Quedan por vendimiar las últimas parcelas de monastrell, que es la uva más rezagada de todas las variedades y que antes se recolectaba después de la Virgen del Pilar.

Las máquinas vendimiadoras que han recorrido durante estos meses carreteras y campos vuelven a sus hangares tras días de ímprobo trabajo.

En Fontanars dels Alforins casi todas las conducciones de viña son en espaldera, queda ya plantado muy poco vaso, así que la recolección se hace con máquina. Atrás quedan las innumerables cuadrillas de temporeros recogiendo la uva a mano.

En las fincas que había caseros esta tarea la realizaban los miembros de una misma familia: hijos, sobrinos,… Tardaban semanas en vendimiar en función de la extensión de terreno.

A la Sénia venía la familia de Vicente y Virtudes que por aquel entonces eran los caseros de la finca: Núria, Esther, Rosario, Fina, María, Pedro José, David…

Las máquinas vendimiadores facilitan mucho ese trabajo porque lo que antes eran meses de recolección de la uva, ahora pueden ser horas. Una máquina tarda por término medio, una hora por hectárea mientras que sí ese trabajo lo realiza una cuadrilla podía demorarse varios días. En este sentido se ha adelantado mucho, pero las máquinas lo recogen todo y no hacen ninguna selección de la uva. Si hay racimos verdes, que por aquí se conocen con el nombre de “cabrerots” también van a la tolva, dañando al resto de la producción. Cuando se recogía a mano estos racimos se desechaban. Algunas bodegas siguen vendimiando a mano precisamente para una mejor selección de la uva.

La ventaja que ofrece la máquina frente a la mano de obra es, sobre todo, la rapidez de la vendimia y eso en los tiempos que corren es una gran ventaja porque si amenaza con llover, metes la máquina en el campo antes de que lleguen las borrascas y evitas que la uva se pudra. Ahora todos los agricultores andamos con la previsión del tiempo debajo del brazo y al menor atisbo de tormenta llamamos a la máquina para que venga a vendimiar y cuanto antes esté la uva en la bodega, mejor y más tranquilos todos.

Por lo que respecta a la campaña que ahora termina se ha producido, en general, una disminución de la cosecha, pero la uva que ha entrado en bodega es de una extraordinaria calidad, lo que augura una buena añada 2020. Menos kilos, pero de mayor calidad.

Esta campaña los agricultores hemos tenido que lidiar con plagas como el oídio o el mildiu, que han diezmado la producción, incrementando los costes por los tratamientos. Combatir las plagas ha sido una tarea difícil.

Pero al margen de consideraciones técnicas también el virus ha sido un hándicap contra el que ha habido que luchar porque ha alterado el día a día de muchas familias. Una campaña para olvidar donde los precios que percibe el agricultor siguen siendo ruinosos.