El revés que está sufriendo Rusia desde el punto de vista militar, tras la contraofensiva de Ucrania que les ha llevado a recuperar varias ciudades en manos de los rusos, está cambiando el mapa de la guerra, pero también está obligando a Putin a tomar medidas más drásticas, como la movilización parcial de la población rusa en cerca de 300.000 soldados, reclutados para ir al frente.

El dictador ruso está cada vez más aislado internacionalmente y las sanciones económicas impuestas por Europa y EEUU están haciendo mella en la economía rusa y en su capacidad militar, pero, sobre todo en su población, que al final son los que terminan pagando las consecuencias de la guerra.

Putin está perdiendo la guerra y en esa desesperación por lavar su imagen pública le puede llevar a hacer cualquier locura. No es la primera vez que vuelve a amenazar con usar armamento nuclear, a sabiendas de que Occidente no va responder a una agresión nuclear en suelo ucraniano.

El último recurso de Vladimir Putin para no reconocer la derrota en el campo militar es la amenaza del botón nuclear.

Putin ha cometido muchos errores desde que comenzó la invasión de Ucrania. Minusvalorar la capacidad de resistencia del ejército ucranio y no calcular la respuesta de Europa y EEUU que han actuado de manera conjunta ante la amenaza rusa mediante el envío de armamento militar.

La guerra no tiene un final cerca y Putin la prolongará todo lo que pueda porque el tiempo, a priori, juega a su favor.

El invierno está cerca y la dependencia del gas ruso de algunos países como Alemania, Putin tiene un as en la mano que utilizará a su conveniencia.

Pensar que el final de la guerra va a venir por la victoria de una de las dos partes es algo ingenuo. Ucrania tendría que expulsar de su territorio a los rusos de todas las poblaciones ocupadas y volver a la situación anterior al 24 de febrero y Rusia por su parte tendría que anexionarse toda Ucrania. Ambas cosas son poco probable de que ocurran. La solución al conflicto debe venir de la mano de un acuerdo de paz, donde ambos países estén dispuestos a ceder. De lo contrario, la guerra se puede eternizar.