La presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz- Ayuso que acudió a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense  para recibir el título de alumna ilustre fue recibida entre abucheos por un grupo de estudiantes que la llamó “asesina” al grito de “fascistas fuera de la Universidad”.

Uno puede estar en desacuerdo con las políticas de la presidenta Díaz- Ayuso, lo cual es absolutamente legítimo, pero llamarla “asesina” o “facha” les resta cualquier tipo de credibilidad.

La presidenta tuvo que ser escoltada en todo momento por las fuerzas de seguridad después de que una turba inquisitorial la insultara y la amenazara. Esto nos recuerda los peores años de la dictadura donde se perseguía a quien no fuera adicto al régimen y pensara de modo diferente. Ahora vivimos otro tipo de caudillismo: el de los intransigentes.

Que esto ocurra en una democracia es grave, pero más grave si cabe es que tenga lugar en un sitio como es la Universidad que debe ser un espacio de tolerancia, diálogo, conocimiento y libertad y no un lugar donde se cercenen derechos tan fundamentales como el derecho a la libertad de expresión y opinión.

No voy a entrar a calificar si es merecedora  de ese reconocimiento o no, supongo que el rector que es quien ha tomado la decisión tendrá sus razones, como las ha tenido para nombrar a otros estudiantes que han pasado por la Universidad; pero, desde luego, lo que no es admisible es que un grupo de estudiantes trate de impedir por la fuerza, quién puede entrar en la Universidad y quién no.

No es la primera vez que políticos como Rosa Díez, José María Aznar o Felipe González han sido objeto de escraches en la Universidad, impidiéndoles el derecho a manifestarse libremente. Todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas libremente en la Universidad y fuera de ella. En democracia todas las ideas son respetables.

Estos actos auspiciados y fomentados desde ciertos partidos políticos que califican de fascistas a todos aquellos que no piensan como ellos son el peor ejemplo de tolerancia que puede dar un país como es España.