“Gaza se ha transformado en el mayor cementerio a cielo abierto”, con estas palabras se refería Josep Borrell a la situación en Gaza. El alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell ha sido el único representante de la UE que ha sido crítico con la situación en la Franja de Gaza, objeto de un exterminio, sin precedentes.

Gaza ha pasado de ser la mayor cárcel del mundo al mayor cementerio.

El silencio cómplice de la comunidad internacional es atronador ante esta masacre indiscriminada de civiles.

Más de 30.000 palestinos, la mayoría mujeres y niños es, hasta el momento, porque cada día crece la cifra de muertos,  el balance de la respuesta de Israel al ataque terrorista de Hamás el pasado 7 de octubre, donde fueron asesinadas 1.200 personas por milicias de Hamás, tras perpetrar un ataque sorpresa en suelo israelí. Un ataque absolutamente reprobable desde todos los puntos de vista, pero que no justifica la reacción desproporcionada de Israel.

La respuesta de Israel ha sido la de arrasar Gaza y con ello a la población civil. El primer ministro Netanyahu ya ha dicho que la guerra va a ser larga y que no parará hasta destruir a Hamás.

Ni la UE ni EEUU, socio preferente de Israel han hecho nada para buscar un alto el fuego y poner fin a este genocidio. EEUU es el único país del mundo que tiene capacidad para parar esta masacre. Las tibias palabras del presidente americano Joe Biden no han servido absolutamente para nada. No se han aplicado sanciones económicas, como sí se ha hecho contra otros países que han vulnerado los derechos humanos, como Rusia o Corea del Norte.

Israel ha perdido toda la razón en su derecho a su legítima defensa después de haber sido objeto de un ataque terrorista. Lo que está haciendo con el pueblo palestino tiene una palabra: Genocidio.