El ex presidente catalán, Carles Puigdemont continúa con su tono amenazante. Frente al pragmatismo que exhibe ERC, el líder de Junts que se presenta a estas elecciones bajo el paraguas de varias formaciones independentistas, sigue con su idea de la vía unilateral para celebrar un referéndum de independencia.

“Hay que hacer el trabajo que dejamos a medias”, ha afirmado desde Francia el ex presidente catalán en referencia a los sucesos del 1-O. No hay que ser muy listo para interpretar estas palabras, cargadas de nuevo de un tono amenazante que buscan una vez más la confrontación con el Estado. Cada vez que el ex presidente catalán se pone delante de un micrófono es para recordarle a Sánchez que la legislatura depende de él y solo de él.

El independentismo en Cataluña está en horas bajas. También en el País Vasco donde solo un 13% de la población se declara independentista, pese a la subida de votos de EH Bildu que podría arrebatar la hegemonía al PNV, aunque las encuestas están muy igualadas.

La situación en Cataluña es ahora mucho mejor de lo que lo era en 2017, en plena expansión del “procés”. Es evidente que algo se ha hecho bien desde el Gobierno para rebajar la tensión.

Las elecciones del próximo 12 de mayo son una buena prueba para tomar el pulso al independentismo, donde según todas las encuestas están lejos de formar una mayoría absoluta. Tanto Junts como la CUP bajan en intención de voto respecto a los últimos comicios. La CUP que tenía dos diputados en el Parlamento español se quedó sin representación en las últimas elecciones generales.

Tanto el PSC, como el PP mejoran resultados. En el caso del PSC, las encuestas le dan cinco puntos más de los que obtuvo en 2021, aunque necesitaría de dos socios para conseguir la mayoría absoluta que está en 68 diputados. Si se confirman los datos, el PP que cosechó unos pésimos resultados en las últimas elecciones podría obtener entre 12 y 15 escaños frente a los 3 que obtuvo en 2021. Finalmente no ha habido acuerdo con Ciudadanos para presentar una lista conjunta entre ambas formaciones. Creo que hubieran ganado más yendo juntos que por separado.

La fortaleza de los partidos constitucionalistas siempre es una buena noticia, máxime después de la deriva de los partidos independentistas.

El independentismo creció durante el Gobierno de Mariano Rajoy después de una serie de políticas de enfrentamiento con el Gobierno de la Generalitat. Nunca se reconoció por parte de los populares que en Cataluña existía un problema político que requería de soluciones políticas y no solamente legales.

Pese a su influencia en el Gobierno de la nación, la debilidad del independentismo en Cataluña es evidente. Ojalá también lo sea pronto dentro del Gobierno.