Hasta ahora se habían conseguido diplomas y multitud de medallas en Mundiales y Europeos, pero nunca se había logrado un podio en unos Juegos. Había ganas, muchas ganas, y "Pirri", como es conocido, cumplió su sueño y el de toda la esgrima hispana, así como mostró el camino a los sablistas Jorge Pina y Jaime Martí y el floretista Javier Menéndez, que aún deberán competir en Pekín.

Abajo, nacido en Madrid el 26 de enero de 1977, hizo una competición modélica hasta que se topó en semifinales con el italiano Matteo Tagliariol.

Atrás habían quedado el surcoreano Won Jin Kim, el francés Jerome Jeannet, número uno del ránking y el también italiano Diego Confalonieri, éste derrotado a lo campeón por 15-9.

Gabor Boczko se convirtió en su rival en la lucha por el bronce y le superó en un dramático enfrentamiento en el tiempo extra con un tocado de oro (8-7) tras acabar los tres periodos con igualdad a siete.

El esgrimista español había asegurado días antes que si conseguían tirar como sabían los componentes del equipo presentes en Pekín tenían muchas opciones de medalla, el gran objetivo de este persistente deportista.

Nunca se ha rendido y menos en esta que consideraba una de las grandes oportunidades de su vida. Lo demostró en su primera confrontación contra Kim, ante el que estuuvo a un tocado de la eliminación.

Abajo soñó con la final cuando dispuso de un 4-1 en el inicio de la semifinal contra Tagliariol.

Lógicamente quedó tocado, pero su maestro y la doctora hicieron magia psicológica. Le aseguraron que su hija Lucía, de tan solo cuatro meses, le esperaba en casa y quería que llegara con la medalla.

Este mensaje le llegó y se levantó. Volvió a centrarse y, conocedor de Boczko, arriesgó lo justo, como el magiar, para jugárselo a un último tocado. A vida o muerte, a cara o cruz, y salió vida, salió cara.