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Artistas, escritores, científicos, médicos, arquitectos, periodistas, abogados... Decenas de prohombres de la cultura y la ciencia de Castelló partieron al exilio tras la Guerra Civil empujados por la represión franquista. El progreso cultural de los años precedentes se rompía abruptamente con la victoria de las tropas rebeldes y Castelló iniciaba un período oscuro en el que la Iglesia Católica llevó de manera exclusiva las riendas de la moral y la educación del país. Una retahíla de intelectuales y científicos, claves en el desarrollo de la capital de la Plana, quedaron sumidos en el olvido en su ciudad natal mientras desarrollaban una prolífica carrera en sus países de adopción.

Castelló perdió figuras de primer orden, tales como José Royo, Jesús Martí Martin, Vicent Sos Baynat, Diego Perona, José Gumbau, José Castelló Tárrega o Josefina López. Nombres vitales para la evolución de Castelló se veían obligados a dejar atrás su ciudad natal obligados por un Caudillo y sus afines. La mayoría de ellos han desaparecido actualmente del imaginario colectivo de Castelló, en el que en cambio sí permanecen, a través del callejero, prebostes del franquismo como Carlos Fabra Andrés, Herrero Tejedor o Luis Revest. Josefina López, precursora del Aula de Debate de Mujeres del Grau, no tiene siquiera calle.

La Universitat Jaume I y el Grup per La Recerca de la Memoria Histórica han querido revitalizar el trabajo de aquellos intelectuales desterrados de Castelló en el Congreso «Cultura y Exilio», que se ha celebrado esta semana en la UJI. «Si Castelló no los entiende no se entiende a sí mismo», subrayaba uno de los ponentes, el catedrático de Literatura en la UJI, Lluís Bartomeu Meseguer. «No sólo es que haya una deuda de justicia, es que la cultura contemporánea de Castelló acabó en Méjico, Francia y la Unión Soviética. Castelló no sería así sin ellos», reseñó.

Hubo dos exilios, explicó Meseguer, uno interior y otro exterior. Del primero forman parte el geólogo Sos Baynat y el escritor Enric Soler, entre otros. Respecto al exterior, la mayor parte de la cultura democrática de Castelló se trasladó a Méjico, Francia y URSS. Según recordó el catedrático, el arquitecto Jesús Martí Martín y los cinéfilos Pascual Aragonés y José Agut acabaron siendo «muy reconocidos» en Méjico, al igual que el periodista José Castelló Tárrega, fundador del Heraldo de Castellón. El científico José Royo, por su parte, fue fundador de los museos nacionales de Venezuela y Colombia. En la URSS trabajó en diferentes radios Diego Perona, otrora empresario de primera línea de teatro en Castelló y, en Francia, el propietario de la Librería Española de París era el segorbino Antonio Soriano.

El congreso de la UJI contó con el testimonio de una exiliada, Alejandra Soler, cuya intervención emocionó a los presentes, entre otros, familiares de estas figuras de Castelló ahora olvidadas.