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La cerveza no engorda

La bebida fermentada «no provocaría un aumento del peso corporal, ni en el perímetro abdominal»

La cerveza no engorda. Así se desprende de varios estudios que se expusieron ayer en una charla organizada por la Confederación de Consumidores y Usuarios de Castelló en la que se desmontó el falso mito de la «barriga cervecera». La nutricionista Mercé Vidal de la ONG Nutrición sin Fronteras defendió su inclusión en la dieta mediterránea, eso sí, siempre con moderación, en personas adultas sanas y acompañado por ejercicio físico. Vidal explicó que el 90 por ciento de la cerveza es agua y que el gas no acumula grasas en el abdomen, como se cree.

La experta aseguró que tomar cerveza de forma moderada proporciona a la dieta un aporte de nutrientes como vitaminas del grupo B (particularmente ácido fólico), fibra y minerales como silicio, potasio, magnesio o calcio, entre otros compuestos. Por ello, esta bebida fermentada (al igual que el vino, la sidra o el cava) se puede incluir en la pirámide de la dieta mediterránea. Lo aconsejable es una caña al día que apenas contiene 90 kilocalorías y que, en el caso de las «sin alcohol» se rebajaría a las 35 kcal. La cerveza «sin» se postula como la mejor alternativa para aquellas personas que no puedan o no quieran beber alcohol ya que conserva las propiedades nutricionales de la cerveza tradicional.

Esto supone, según la clásica tabla calórica, que la cerveza se posicionaría como la bebida con menos calorías después del agua, las infusiones y la leche desnatada. Le superarían la horchata (70 kcal), el zumo (48 kcal), la leche entera (62 kcal) y el vino (125 kcal), entre otros. En cuanto al valor nutricional, Vidal destacó su elaboración basada en ingredientes naturales como el agua, la cebada y el lúpulo.

Estudios científicos

Como estudios científicos más destacados se hizo mención al elaborado por el doctor Ramón Estruch del Hospital Clínic de Barcelona que concluye que «los bebedores moderados de cerveza manifestaron consumir una mayor cantidad de verduras, legumbres, pescado, cereales y aceite de oliva, todos estos productos ligados a la dieta mediterránea, y aseguraron realizar mayor actividad física».

Asimismo, según el informe de la investigadora en el Instituto del Frío-ICTAN del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Ana María Veses Alcobendas, «el consumo moderado de cerveza, tanto tradicional como sin alcohol, no provocaría un aumento del peso corporal, ni modificaciones en la composición corporal, ni en el perímetro abdominal».

Al encuentro también asistió el representante del Centro de Información Cerveza y Salud, Julián Tio, quien destacó varias investigaciones que demostrarían los beneficios de la cerveza para la salud cardiovascular, ya que evita la oxidación de las células, aumentar la cantidad del colesterol bueno y protege frente a lesiones miocárdicas agudas asociadas al infarto.

Tio hizo hincapié en que la cerveza «es una buena fuente de vitaminas», especialmente en la mayoría de vitaminas B, y posee minerales como silicio, magnesio, fósforo y potasio, que podrían estar asociados a la prevención de enfermedades óseas, disminución de riesgo de la enfermedad del Alzheimer y la mejora de los síntomas de la menopausia.

Pero todo ello bajo la premisa de la «moderación». Si en algo coinciden todos los estudios es que el consumo tiene que ser moderado (una caña al día) y siempre acompañado de una dieta equilibrada y ejercicio físico. «Los efectos beneficiosos de las bebidas fermentadas se observan únicamente cuando el consumo es moderado y responsable, por parte de adultos sanos, en el marco de una alimentación sana y equilibrada. Si se está tomando medicamentos, si se va a conducir y el caso de las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia el consumo de alcohol tiene que se cero», concluyó Julián Tio.

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