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Alertan del daño que sufren las murallas al eliminar los grafitis

La arquitecta restauradora de Peñíscola lamenta la aparición de pintadas en zonas en las que se ha intervenido

Como un atentado. Un grafiti sobre el patrimonio obliga a dedicar una cantidad de recursos públicos en productos químicos y un coste de personal que no es poca cosa.La aparición reiterada de pintadas en las murallas de Peñíscola que son visitadas anualmente por cientos de miles de turistas suponen un deterioro del bien cultural y recurso turístico y da una contraproducente imagen de abandono hacia el patrimonio que, en el caso de Peñíscola, está siendo valorizado con intervenciones en el castillo, restauraciones y se avanza en la tramitación de una propuesta para declarar el castillo como Patrimonio de la Humanidad.

Pepa Balaguer, la arquitecta restauradora de las murallas lamentó los hechos y que han afectado el revoco enlucido hecho en 1998. Fue en esa época cuando con fondos del Plan de Excelencia Turística en una intervención del Patronato de Turismo, Escuela Taller y Secretaria del Estado de Turismo se actuó en este espacio. El trabajo mereció la mención del Colegio de Arquitectos a los arquitectos responsables y el premio de la asociación Edilicia premio a los promotores.

«Cada pintada supone deteriorar el revoco, lo que va en detrimento de una buena conservación de la muralla porque se utilizan para ello productos agresivos», asegura Balaguer. La arquitecta lamenta que «cada vez está peor» y recuerda que «aquí sufre mucho porque se ponen productos y se utilizan lanzas de arena y son materiales que no son tan duros como la piedra», agrega.

En su opinión el vandalismo cuesta «tiempo y dinero público que se dedica a esto en vez otra cosa y al final los bienes se deterioran».

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