Las ciudades han perdido el cielo, ese paisaje estrellado oculto entre la contaminación lumínica y la apatía de la sociedad al no mirar más allá de su pantalla de móvil. Decirle a alguien que con un telescopio mediano puede llegar a observar los anillos de saturno o disfrutar viendo uno de los satélites de Júpiter, Io, en la órbita del lejano planeta debería ser motivo más que suficiente para salir al monte una noche de luna nueva y pasarla en vela disfrutando de un espectáculo gratuito y en abierto.

Esa inquietud es la que llevó hace 20 años a dos profesores de matemáticas del instituto Ribalta de Castelló, Manuel Canseco y Daniel Gozalbo, a impulsar de manera informal una agrupación que se transformó, con el apoyo de otros aficionados, en la Societat Astronòmica de Castelló (SAC) un 15 de enero de 1999. «Ellos inyectaron la ilusión y ahora, dos décadas después, seguimos con plena actividad los 65 socios que seguimos creyendo que las estrellas nos ofrecen un espectáculo extraordinario», señala Eduardo Soldevila, presidente de la SAC.

La entidad, que en la actualidad tiene su sede en el antiguo regimiento Tetuán XIV de Castelló, tiene una gran actividad que suele ser invisible a la ciudadanía. Realizan salidas periódicas, dan charlas en colegios y entidades culturales y ofrecen cursos de iniciación «a todos los que les pique la curiosidad de mirar a través de un telescopio». Los sábados, como el pasado, suelen quedar para observaciones solares, y cuando la luna está oculta siempre «viajan» al espacio desde enclaves como Culla o Castellfort.

Destaca sin duda el logotipo de la SAC, con la silueta del Penyagolosa de fondo, «un lugar privilegiado pero que desde que se convirtió en parque protegido nos impide plantar los telescopios fuera de la zona de camping habilitada«, señala Soldevila. La típicas preguntas de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos son las que mueven a muchas personas a mirar al cielo, aunque reconoce que la gente joven no es muy dada a participar de estas inquietudes. «Cuando detectas galaxias como Andrómeda o la nebulosa Dumbbell, puedo asegurar que te emociona, explica Soldevila, quien asevera que «un telescopio regalado«lo pone uno en su casa, no ve nada y lo guarda en su armario, pero si contacta con nosotros y sale a observar el firmamento, puedo asegurar que repetirá».